Qué tal, me llamo Ricardo Antonio Zapien Castrejón, tengo 19 años soy del hermoso y feliz país México, concretamente de la famosa tierra de oportunidades: León, Guanajuato.
Me vine a estudiar a China. Fue una gran oportunidad que tuve justo en la semana que debía inscribirme a la universidad. Un domingo seguía con dudas acerca de la carrera y escuela elegida, y 4 días después estaba aplicando a una beca internacional para estudiar en este misterioso (para mí, en ese momento. Bueno lo sigue siendo aún) país asiático. Obtuve la oportunidad y 20 días después estaba volando hacia Xián, la provincia destino donde vivo.
Han pasado 7 meses desde que tome esa decisión. En este momento curso el segundo semestre de mi programa internacional de Fundamentos y les hablaré un poco de cómo voy develenado el misterio chino en mi día a día. (Este es el momento en que te sirves un cafecito).
De lunes a viernes asisto a clases de idioma chino de 08:00 am. a 06:00 pm., integradas por:
• Chino intensivo
• Clases de habla
• Clases de escucha
• Chino para la ciencia y tecnología
Más una clase extra que me prepara para el examen de HSK4 Hanyu Shuiping Kaoshi, conocido también como Chinese Proficiency Test, que es uno de los exámenes oficiales reconocidos internacionalmente de chino para personas no nativas o para personas de origen chino no nacidos en China, en donde se examina y se acredita el nivel correspondiente del idioma.
Al finalizar, tomo un tiempo para distraerme y empezar con una aventura dando una vuelta por la ciudad. Nunca te cansas de ver lo mismo porque nunca es lo mismo, no importa donde vayas siempre hay algo nuevo y esto es magnífico. La aventura empieza desde algo tan simple como cruzar una calle; día a día tienes que estar alerta con los miles de camiones, carros, motos, bicicletas y hasta scooters eléctricos que pasan cada minuto. Aprovecho y busco comer algo nuevo para mí. Esto resulta ser una de las cosas más interesantes de mi día, llegar a un puesto de comida ver lo que me alcance con 15¥ ($45 MXN) y sin poder descifrar bien que es lo que voy a pedir, solo señalar y ver qué es lo que te van a entregar. Puede estar dulce, amargo, salado, picoso, sabroso, desagradable o indescriptible..., ¡qué más da! Justo es lo interesante.
Después de llenar la barriga mexicana, es momento de regresar al centro de hospedaje que concentra a todos los jóvenes internacionales: chicos y chicas rusos, coreanos, pakistaníes, etc. que es otro ingrediente de la riqueza de esta experiencia en China, pero de ello les platicaré en otro momento.
Quiero decirles que lo más genial, es que la aventura continúa en mi camino de regreso. Me tomó un rato para observar cómo el cielo empieza a oscurecer, al mismo tiempo que la ciudad comienza a brillar. Todo se transforma en luz: los edificios, las tiendas, los árboles.
Hay cosas que se mantienen en mi trayecto cotidiano y sigo disfrutando aunque ya sea parte de mi andar en mi regreso como el grupo de abuelitas bailando enfrente de la plaza, a las mujeres les gusta mucho bailar por este lado del mundo, a veces pienso que en sus venas corre sangre un poco mexicana porque lo disfrutan mucho. Recorrer el mismo puente, cruzar las mismas calles de mi rumbo. Es lo normal y sigue siendo lo especial de mi experiencia de vivir en esta parte del mundo.
Finalmente llego a mi cuarto. Respiro su ambiente, mi espacio privado, autor de mis nostalgias y gozos. Me siento en mi escritorio para empezar a repasar lo nuevo de las clases del día.
Sigue siendo una aventura bañarme en casi dos metros cuadrados y que decir de un inodoro al ras del suelo.
También eso forma parte de mi experiencia, de lo diferente a mi vida, experiencias que se incorporan sigilosamente, sin darte cuenta plenamente del impacto en tu estructura mental, emocional, relacional.
Al final del día, sea como haya sido, es la experiencia la que marca, la que te hace mirar hacia atrás, 7 meses antes y darte cuenta de todo lo que has crecido.
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