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Mi primer acercamiento al mundo oriental

David Ayala

· China,Asia
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Mientras me preparaba para llegar al hemisferio oriental olvidé dimensionar el reto que
significaba adentrarme a una nueva cultura, estaba ocupado alistando “todo lo
necesario” para cambiar de residencia y tratar de no olvidar nada que me pudiera ser
útil. Tres maletas, un back pack y mi cangurera de piel hecha en León me
acompañaban para iniciar esta aventura.

 

Después de poco más de 5 horas de vuelo, hice escala en Toronto, destino icono
canadiense conocido como el centro financiero de este país. Seis horas de mi vida
serían muchas para desperdiciarlas en un aeropuerto, fue entonces que decidí tomar el
tren llamado UP (Union Pearson Express) para volver a tener de cerca la CN Tower,
uno de mis landmarks favoritos.

Pues sí, tenia que tomarme la foto obligada junto a la torre, pero ahora en su versión 2018.

Un Boeing 777-300ER jet de Air Canadá me esperaba de regreso con un asiento junto
a la ventanilla para volar juntos durante 14 horas… mismas que inesperadamente
pasaron todas con la luz del sol. Abordo de este vuelo fue cuando empezó a acercarse
lentamente lo que he llamado mi primer acercamiento al mundo oriental - y no lo digo
por las millas que restaban del tiempo de llegada- sino porque las comidas a bordo
iniciaron muy occidentales, pero conforme pasaban el tiempo, el menú se iba
“orientalizando”; ya habrás imaginado que la última comida del vuelo fueron nuddles.

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Eran las 3:15 pm cuando bajamos del avión en el aeropuerto de Pudong, todo parecía
normal: la revisión de tu pasaporte y visa china de forma automatizada, por supuesto la
señalética en inglés y chino, pero algo extraño empezaba a llamar mi atención, el
personal del aeropuerto empezó a alterar las indicaciones de los señalamientos,
enviaban a los pasajeros por otras vías, supongo que era para agilizar el tránsito.
Después de haber pasado por mi equipaje y haberme ayudado con un maletero de
autoservicio (un artefacto maravilloso que me facilitó la vida para mover mi torre de
maletas sin problema alguno), me percaté de que a partir de ese momento había
llegado a un país en la que la tecnología y la automatización era parte de su día a día.

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Para entonces, los representantes de China Campus Network ya me estaban
esperando para darme una afectuosa bienvenida, como si llegara a casa, todo estaba

preparado y coordinado de tal manera que ningún detalle se había olvidado. Fue aquí
donde la nueva aventura que había decidido emprender apenas comenzaba.
Un país a más de 12 mil kilómetros de distancia de nuestro México, que a decir verdad,
tienen muchas similitudes a pesar de la distancia y el tiempo, por ejemplo el amplio
conocimiento astronómico de la antigua China y nuestra cultura Maya, y por otro lado el
profundo significado de su dragón alado (Yinglong) y nuestra serpiente emplumada
(Quetzalcoatl), ambos seres mitológicos que representan el Cielo y la Tierra y crearon
la amalgama que, según la mitología, da origen al ser humano en ambas culturas.

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La experiencia oriental apenas comienza, y (como decimos en México) de verdad está
en chino, pero esto me llena de mayor energía y emoción de seguir aprendiendo y
creciendo en todos los aspectos de mi vida, no sólo de la cultura china, sino de las
diferentes culturas (uzbekos, rusos, kazajos e indonesios) con las que convivimos
dentro del campus, con los que compartimos el mismo sueño de estar acá
adentrándonos a una nueva cultura que nos convierte poco a poco en verdaderos
habitantes de una aldea global.

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Un abrazo fuerte desde Shanghái, nos leemos pronto.

Davida Ayala

Instagram @ayaladavidmx

Facebook @david.ayalasaucedo